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La importancia de la narración para los niños

La narración da a los niños un marco conceptual dentro del cual pueden orientarse y entender sus experiencias.

La narración contiene comienzo, desarrollo y consecuencias o resultados. Tiene una secuencia que transmite significado, crisis que llegan a solucionarse y que dirige la atención a la experiencia personal.

Escuchar historias que cuenta el maestro en sus propias palabras es una poderosa experiencia que hace que el niño se sienta implicado. No sólo se resaltan habilidades lingüísticas y de escucha por medio del trabajo oral, sino que también se estimula un fuerte sentido de identificación.

Por otra parte, por medio de la narración de historias, los niños se hacen partícipes de su comunidad y cultura, a la vez que se estimula el aprendizaje en colaboración. Contar historias también permite a los niños digerir sus experiencias.

Las experiencias dolorosas y difíciles como la pena, la pérdida, el enfado y la angustia, a menudo pueden ser vestidos en forma de historia, permitiendo que los individuos y grupos de niños acepten sus propios sentimientos. El conflicto o la tensión entre los individuos a menudo puede ser trabajado de una manera indirecta. Paradójicamente, el relato narrativo a menudo es mucho más objetivo que la aproximación directa o moralista.

A los niños se les cuenta historias de una gran variedad de fuentes: cuentos de hadas y populares, leyendas, fábulas, parábolas, mitología, historia, literatura.

El contenido de enseñanza también es transmitido oralmente. Para los niños más pequeños eso puede involucrar personificación y antropomorfismo, por ejemplo: los gnomos de los números (que en Waldorf se utilizan para enseñar las 4 operaciones básicas), diálogo entre animales, colores que se relacionan unos con otros en la clase de pintura en acuarela, etc.

Para los niños más mayores, la biografía es un importante elemento en la historia, como medio de fortalecer la identificación. Con los alumnos más mayores, aún hay un importante elemento de descripción oral en todas las presentaciones, destacando los procesos, secuencias de acontecimientos y desenlaces.

La comunicación, el intercambio de puntos de vista, el diálogo y el debate tienen todos lugar en las clases. El trabajo básico para estas habilidades se desarrolla incluso desde preescolar; la narración promueve esto, ejemplificando la estructura del diálogo, ayudando a configurar la experiencia en una forma comunicativa y cultivando el escuchar, posiblemente la habilidad clave en el aula.

¿Cuál es la diferencia entre contar un cuento y leer un cuento?

Leer un cuento siempre será mejor que no contarlo; sin embargo, el contar o narrar cuentos es muy diferente de leer cuentos. Al narrar se ha tenido que penetrar previamente en las imágenes del cuento, así como hacer un análisis de él y entender de qué habla ese cuento; se comparte el cuento de una manera más personal; el que lo cuenta conecta más directamente con la audiencia a través de los ojos, la voz y la cercanía. Sin estar condicionado por las palabras del libro, es libre de utilizar sus propias palabras dentro del marco del cuento. Esta libertad en el lenguaje y en el movimiento se suma a la propia naturaleza del narrador.

Cuando se cuenta un cuento se da más espacio a la imaginación del niño. Más que las ilustraciones de un libro de cuentos, son las palabras del narrador las que favorecen la creación de imágenes en el que escucha. El gesto, la voz, la expresión corporal y la personalidad del que cuenta el cuento ayudan a transmitir el ambiente y el significado. El volumen de la voz del narrador deberá ser audible, pero no demasiado alto para no perturbar el ambiente de tranquilidad. Por otro lado, debemos dar a los niños la oportunidad de que ellos mismos coloquen las emociones en las imágenes, por eso la inflexión de la voz no debe cambiar a cada momento en función de lo que acontece en la historia.

En lo ideal, el ambiente que rodea la narración debe ser de calma y tranquilidad, un ambiente en el que interfieran lo menos posible otros estímulos, solo de esta manera las imágenes podrán crecer con libertad en la conciencia del niño.

Aunque la experiencia de contar un cuento es indudablemente una forma más viva y personal de compartir un cuento; ambas, contar y leer, son formas importantes de presentar los cuentos. Hay un lugar para ambas en nuestro papel de cuidadores de los niños pequeños. Especialmente en un momento en el que el dominio de las “’pantallas” es tan grande en la vida de los niños, el que puedan escuchar cuentos contados y/o leídos por adultos es una maravillosa bendición.

A veces, en una situación con un niño solo, el libro puede ser un puente que aporte cercanía al estar sentado uno al lado del otro, o si es un niño pequeño, sentado en el regazo del adulto.

Durante la lectura del cuento en un libro con imágenes, el niño o los niños utilizan las ilustraciones como ayuda para entender y apreciar el cuento. Con frecuencia hay contacto visual entre el lector y los que escuchan, y esto ayuda a crear una conexión entre ellos. Si el lector conoce el cuento puede improvisar el texto en algunos momentos y usar las ilustraciones como apoyo para contar el cuento. Si lee las palabras exactas, puede buscar la forma de asegurarse de que los que escuchan vean bien las imágenes, ya sea mostrándolas al final de la lectura de cada página, o bien colocando el libro de manera que los niños puedan verlas todo el tiempo.

Hay muchos libros con estupendas ilustraciones que son una delicia tanto para niños como para adultos. Como ayuda para elegirlos, una regla de oro es evitar todo lo que sean imágenes duras o que causen miedo a los pequeños. Es la misma lógica que la que indica que debe haber finales felices y llenos de esperanza para alimentar a los niños.

Para los niños más mayores, que han dejado atrás los libros de imágenes y que por lo general saben leer, es maravilloso que los maestros y los padres continúen con el ritual de compartir la lectura tanto de colecciones de poesía clásica como de novelas adecuadas. Estas experiencias serán recordadas toda la vida.

Albert Einstein decía:
Cuéntele cuentos a su hijo si quiere que sea inteligente y cuéntele más cuentos si quiere que sea sabio.
Un genio como él, colocaba el pensamiento imaginativo por encima del conocimiento, y explicaba que el conocimiento se limita a lo que sabemos y entendemos en el presente, mientras que la imaginación, puede extenderse a todo aquello que habremos de saber y comprender a lo largo de nuestra vida. La imaginación estimula el progreso. Los grandes inventos, decía, requieren una mente imaginativa.